La calma y el silencio que reinan en el corazón del bosque de Boulogne acogieron antaño a los eremitas de la orden monástica católica de Grandmont. Aislados del resto del mundo, acudieron a este lugar, antaño conocido como Prieuré de Notre-Dame, para meditar y practicar su fe entre 1046 y 1124.
Fue en 1163 cuando este lugar fue rebautizado como Prieuré de Boulogne, por los monjes de la orden de Grandmont a quienes el conde de Blois, Thibaud V, había concedido la propiedad.
Es evidente que la Prieuré de Boulogne mantenía estrechos vínculos con Chambord, ya que era cofundadora, junto con el capitán de la guardia del castillo, de algunos de los campesinos arrendatarios del parque de Chambord, que alquilaban tierras de labranza a cambio de una parte de su cosecha.
Antes de 1671, según un antiguo plano, el Priorato contaba con una iglesia, edificios agrícolas, una alfarería, viñedos, magníficos jardines formales, un estanque de peces y quizás incluso pajareras. El Priorato dejaba entrever el lujo de la Orden de Grandmont.
El tiempo pasó, y muchos sacerdotes y monjes fueron y vinieron. La pobreza, las privaciones y la preocupación por el desapego hicieron mella en el lugar, que se fue debilitando. De hecho, los edificios del priorato decayeron considerablemente y la orden de Grandmont fue abolida en 1770.
Costoso de renovar, el priorato fue hipotecado en 1819. La iglesia y la mayoría de los edificios desaparecieron entonces, quedando sólo las reliquias que servían de alojamiento y refectorio.
Desde 2018, tras dos años de renovación, este lugar ha vuelto a la vida con la apertura de un Hotel**** “Le Prieuré de Boulogne”, con 29 amplias habitaciones y una sala de recepción.
Desde julio de 2021, este hotel cuenta con el restaurante “Le Midoli“.